Cómo un solo hombre consiguió poner el ciclismo británico en la cúspide mundial

Hoy vengo a hablarte de una historia que leí en el libro “Hábitos Atómicos” de James Clear que me marcó mucho y que creo que tiene lecciones interesantes para llevar a la vida y, sobre todo, al mundo de la empresa. Es una historia relacionada con ciclismo, en concreto ciclismo británico y cómo una sola persona, con una estrategia muy clara y una sucesión de pequeños cambios, consiguió algo asombroso, impensable, en 2003.

British Cycling, organización de ciclismo británico, que había regulado el ciclismo profesional en Gran Bretaña, contrató ese año a Dave Brailsford como su nuevo director de desempeño en 2003. Por entonces, los ciclistas profesionales de Gran Bretaña acumulaban casi cien años de resultados mediocres. Desde 1908, los ciclistas británicos habían conseguido solamente una medalla de oro en los Juegos Olímpicos y habían tenido aun peores resultados en la carrera ciclista más importante del mundo, el Tour de Francia. En 110 años ningún ciclista británico había ganado esa carrera.

Dave Brailsford ciclismo

De hecho, el desempeño de los ciclistas británicos había sido tan poco relevante que uno de los más importantes fabricantes de Europa había rechazado venderles bicicletas porque temía que sus ventas se vieran afectadas cuando otros profesionales se dieran cuenta de que los británicos usaban los equipos que ellos fabricaban.

Brailsford fue contratado para poner al equipo británico en una nueva trayectoria, algo nada sencillo con el historial que traían. Lo que diferenciaba a Brailsford de los entrenadores anteriores era su implacable compromiso con una estrategia a la que se refería como agregación de ganancias marginales, que es una filosofía que aspira a alcanzar un pequeño margen de mejora en todo lo que se hace.

Brailsford afirmaba: «El principio de esta filosofía consiste en aislar cada uno de los aspectos del ciclismo. Si se mejora el 1 % de cada uno de esos aspectos, se habrá obtenido una mejora considerable una vez que todos los cambios se apliquen al mismo tiempo».

La virtud de los nuevos ajsutes

Brailsford y los entrenadores a su cargo comenzaron a hacer pequeños ajustes en diversos aspectos relacionados con su trabajo:

Empezaron por rediseñar los asientos de las bicicletas para hacerlos más cómodos y aplicaron alcohol a las ruedas para darles una mejor tracción. Les pidieron a los ciclistas que utilizaran shorts con sistemas eléctricos de autocalentamiento que les permitieran mantener la temperatura muscular ideal mientras pedaleaban y comenzaron a usar sensores de biorretroalimentación para monitorear la manera en que cada uno de los atletas respondía a determinados entrenamientos.

El equipo probó diversas telas en un túnel de viento, lo que tuvo como consecuencia que pidieran a los ciclistas que participaban en pruebas en exteriores que cambiaran sus trajes por equipos diseñados para interiores, ya que descubrieron que eran más ligeros y aerodinámicos.

Pero no se detuvieron ahí. Brailsford y su equipo siguieron haciendo mejoras del 1 % en áreas que habían pasado por alto o que resultaban inesperadas. Probaron diversos tipos de ungüentos para masajes con el fin de descubrir cuál era el más rápido para lograr la recuperación de los músculos dañados.

Contrataron a un médico que enseñó a los atletas la mejor manera de lavarse las manos para evitar contraer resfriados. Determinaron el tipo de almohada y de colchón que brindaba más comodidad a cada competidor a la hora de dormir. Incluso pintaron de blanco el interior del camión que transportaba las bicicletas del equipo.

Esto último les permitía detectar hasta la más pequeña partícula de polvo. Estas partículas normalmente pasaban inadvertidas, pero iban a parar a las bicicletas que habían sido cuidadosamente afinadas. Estas se degradaban por el contacto con el polvo, lo cual afectaba su desempeño en la pista.

Conforme estos cientos de pequeñas mejoras se acumularon, los buenos resultados comenzaron a llegar antes de lo que cualquiera se hubiera podido imaginar.

Tan solo cinco años después de que Brailsford tomara el mando, el equipo de ciclismo británico dominó las diversas pruebas en los Juegos Olímpicos de Pekín de 2008, donde obtuvieron un sorprendente 60 % de las medallas disponibles para esta actividad. Cuatro años después, en los Juegos Olímpicos de Londres, los británicos elevaron el nivel de la prueba al romper nueve récords olímpicos y siete récords mundiales.

Ese mismo año, Bradley Wiggins se convirtió en el primer ciclista británico en ganar el Tour de Francia. En 2013, su compañero de equipo, Chris Froome, ganó la carrera y repitió la hazaña en 2015, 2016 y 2017, lo cual dio al equipo británico cinco victorias en el Tour de Francia en seis años.

Durante un período de diez años, de 2007 a 2017, los ciclistas británicos ganaron 178 campeonatos mundiales y 66 medallas de oro olímpicas y paralímpicas. Además conquistaron cinco victorias en el Tour de Francia. Todas estas hazañas realizadas en tan corto tiempo son consideradas como el caso de éxito más importante en la historia del ciclismo.

¿Cómo sucedió todo esto? ¿Cómo fue que un equipo de atletas normales se transformó en un equipo de campeones gracias a pequeños cambios que, a simple vista, no parecían hacer más que una modesta diferencia? ¿Cómo es posible que una serie de pequeñas mejoras logren acumular, en conjunto, unos resultados tan destacados? ¿Cómo puedes reproducir esta estrategia en tu propia vida?

Aprendizajes de Dave Brailsford y la mejora continua

Para mi esta historia deja algunos aprendizajes que yo mismo he validado como emprendedor:

  1. La importancia de que una persona (o varias) de la compañía tenga una visión y la sepa comunicar correctamente, con una estrategia clara y objetivos a cumplir. Puede que los objetivos nunca se lleguen a cumplir, pero todo el mundo trabaja en una misma dirección y es muy motivador tener un líder que controla la situación y toma riesgos.
  2. Lo importante que es darse cuenta de que la mayoría de los éxitos que se cosechan no son fruto de una sola acción que haga que todo cambie de la noche a la mañana, sino de un cúmulo de mejoras que en su conjunto marcan la diferencia. En mi papel como líder de mi empresa Vegaffinity pasé mucho tiempo pensando en soluciones mágicas que pudieran hacerme vender mucho más. Siempre pensaba que el pelotazo que me hiciera crecer rápido estaba a la vuelta de la esquina. Lamentablemente es una visión muy cortoplacista (en la que muchas veces los emprendedores nos vemos sumergidos por falta de recursos). Cuando comencé a aplicar diversas mejoras pequeñas e iterativas sobre el negocio para mejorar pequeños aspectos del mismo pensando en el cliente, todo comenzó a mejorar poco a poco. La visión a medio / largo plazo es fundamental (y a veces muy complicada de ejecutar).Ser un 1% mejor cada día hace que al final de un año seas 37 veces mejor. Lleva eso a tu vida personal, a tu trabajo. Tareas que aparentemente no tienen importancia intenta realizarlas un 1% mejor cada vez, al final de un año marcarán la diferencia.
  3. Muchas veces, en el mundo del emprendimiento (y en la vida en general), es complicado perseverar en una dirección cuando no estás obteniendo los resultados esperados. Todos esperamos una mejora lineal en los resultados en relación con el esfuerzo que desempeñamos. Es decir, esperamos una relación directa entre el input y el output. Pero, también muchas veces, esa acumulación de acciones sostenidas durante largos periodos de tiempo hacen que sucedan cosas después de mucho tiempo. Piensa en un cantero, que golpea una roca cientos de veces la misma piedra con su cincel y martillo, sin obtener ningún resultado aparente. Sin embargo, al darle el siguiente golpe, la roca se parte en dos. No es ese último golpe el que rompe la roca, es la acumulación de todos los golpes anteriores también.

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